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Las minitecas caraqueñas en los 70 y 80: uno de los movimientos de música alternativa más importantes de Venezuela

El site español www.conceptoradio.net realizó un interesante artículo sobre lo que ellos definen como “el primer movimiento de música popular y realmente alternativa a la música nativa o folclórica típica” de Venezuela, refiriéndose a las minitecas caraqueñas de finales de la década de los 70 y 80s.

Para esto, consultaron a los venezolanos residentes en Barcelona Enrique Doza, Juan Pablo Huizi Clavier (fundador de la recordada miniteca Betelgeuse) y Fermín Cimadevilla de nomenotv.

Acá el escrito:

Minitecas caraqueñas y más allá…

Una historia oral sobre el primer movimiento musical alternativo nacido en Venezuela…

Nos encontramos en el laboratorio del venezolano Enrique Doza. Una pequeña galería llamada Tienda Derecha (en el número 16 de Alegre de Dalt, muy cerca de la plaza Joanic) en la que estos días presenta su nueva colección de fanzines. Doza es, junto a un servidor, responsable del magazine o collage sampladélico radiofónico #TrendingNoTrending que se puede escuchar en la emisora amiga scannerFM. Hace un tiempo que queríamos dedicarle una emisión entera a las minitecas caraqueñas que asolaron todo el país a finales de los 70.

Hemos pensado en acompañar el podcast con un artículo en el que se expliquen las particularidades de ese fenómeno que, como podréis comprobar más adelante, cuenta con una serie de alicientes que lo confirman como el primer movimiento de música popular y realmente alternativa a la música nativa o folclórica típica (o como se quiera llamar sin ofender, más bien todo lo contrario) del país caribeño. Para poder redactar el artículo Enrique ha llamado a filas a dos de sus paisanos que como él llevan más de 10 años en Barcelona. Es muy probable que te suene el nombre de uno de ellos, Juan Pablo Huizi Clavier, responsable de algunos artículos de la sección EXCAVANDO de esta misma web.

No fue hasta hace un par de meses, cuando empezamos a movernos para encontrar voces autorizadas sobre el tema, que Enrique se enteró que su amigo Juan Pablo había sido uno de los primeros espadas en la miniteca fundacional de todo esto de lo que os vamos a hablar hoy, la añorada Betelgeuse. Una de las más exitosas de Caracas a finales de los 70 y principios de los 80 que es cuando Juan Pablo decide bajarse casi en marcha del fenómeno minitequero (“Estuvo a punto de terminar conmigo, aquello no era vida chamo”). Y Enrique se entera de esa maravillosa coincidencia por el tercer tertualiano en discordia, Fermín Cimadevilla, nacido en Buenos Aires, de hecho conserva algo del acento porteño, pero criado en Caracas donde disfrutó de las minitecas ya en los 80. Fermín es muchas cosas, ante todo publicista y amante del cine -ha sido jurado de algún certamen en nuestro país-, conceptos que relaciona en su plataforma nomenotv.

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He decidido reproducir la acalorada conversación a tres bandas mantenida la semana pasada porque creo que emana pasión por un tiempo que no pudo ser más feliz y rico en matices. Pensad que las minitecas estaban concebidas inicialmente como soundsystem móvil para jóvenes que no tenían edad para ir de discotecas pero podían permitirse el lujo de montar la fiesta en casa. Cuidado porque nos retrotraemos a un tiempo en el que no existe el Dj como entidad individual. Su papel se enmarca en una estructura grupal. Fuera de la miniteca el Dj no tiene valor. El grupo o la crew lo es todo. Espero disfruten con la lectura tanto como yo lo hice la tarde-noche del pasado miércoles 24 de julio (las iniciales de la charla reproducidas son ED para Enrique Doza, JP es Juan Pablo Huizi y FC es Fermín Cimadevilla). Qué suerte poder disfrutarlos a los tres en Barcelona.

JP: “El bautizo, la puesta de largo, el cumpleaños… Todas esas eran buenas excusas para llevar la fiesta a casa del homenajeado. Nuestro target inicial eran chicos de buena familia que no tenían la edad para entrar en discotecas. Pensábamos también qué zonas de Caracas eran más rentables para mover nuestro show. Había niños de mucho dinero que querían lucirse en casa ante sus amigos pero no tenían posibilidad de irse de fiesta con ellos. Nosotros les montábamos la fiesta en casa. A ese público era que nos dirigíamos nosotros. Aquello se nos fue de las manos como explicaré más adelante y se acabó convirtiendo en una industria que proporcionó unos beneficios económicos fenomenales. A partir del boom de las minitecas las televisiones empezaron a generar espacios en los que éramos invitados para poner música. Uno de los programas por excelencia de nuestra televisión que era Sábado Sensacional tenía un espacio llamado el Dj Sensacional que en realidad era un Top Chart presentado por Germán Regalado que nos tenía a nosotros detrás poniendo la música y los efectos. Seleccionábamos los temas según nuestro propio criterio y generábamos una cierta información alrededor de esa música para que el locutor pudiera transmitirla a la audiencia. Creábamos el estilo musical del programa en cuestión. Recuerdo que venía la coreógrafa Anita Vivas con su grupo de baile a ensayar al estudio los temas que nosotros ya teníamos previamente seleccionados para ella y sus go-gos. Yo le decía, “pues para hoy tenemos preparados temas de Mecano y de Alphaville”. Y ella ensayaba el baile con nuestro tracklist del día y luego nos decía: “Pues edítame esta parte que tiene un instrumental que quiero trabajar con las chicas”.

ED: “También recuerdo a otro presentador que tiró del trabajo de las minitecas en televisión como Lino Ferrer, pero este ya no tenía tanta cultura musical como Regalado, ya era más un “patiquín” puesto ahí para lucirse”. Pero yo creo que la que salió ganando con todo esto fue la radio…

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JP: “Se crearon muchos programas televisivos para dar rienda suelta a toda esa música que importábamos, recuerdo también en el canal 8, antes de ser comprado por el Estado, que había otro programa que se llamaba Matices que también tenía un contenido musical que ya quisiéramos ahora. Las tiendas de discos también querían aparecer en nuestras tarjetas de presentación porque sabía que no sólo las veía todo el mundo, sino que además eran guardadas con mimo porque eran objeto de deseo. También hubo muchas empresas que a rebufo de las minitecas ofrecían servicios adicionales para las fiestas de postín: te ofrecían mesonero, catering, alquiler de locales por si la casa del agasajado era muy pequeña…”

FC: “Pero antes de vosotros estaba la famosa Carreta de la que en Venezuela todo el mundo hablaba pero nadie la había visto. Era algo así como el “big foot” de las minitecas”. Yo creo que sólo la vió Juan Pablo.

JP: “Betelgeuse nace el primero de septiembre de 1978, porque la primera fiesta de la miniteca tiene lugar el día de mi cumpleaños. Estuve involucrado en todo aquello hasta 1982. De martes a domingo trabajando sin parar. Y efectivamente, la única miniteca que conozco antes de la nuestra fue efectivamente la mitica Caravana, mucha gente la llamaba erróneamente la carreta… Pero me estoy refiriendo a una cabina con forma de carreta como del oeste, chamo. Todo el mundo hablaba de ella sin haberla visto ni una sola vez. Es cierto que yo si la vi. Era propiedad de una gente muy pija de Cumbres de Curumo que, eso sí, contaba con un equipo muy viejo. No tenía ni mezcladora. Una fuente de poder con un auxiliar, Phono 1 y Phono 2. Trabajaban para un grupo muy reducido de amigos. JP En la Caravana se escuchaba lo propio de la época, 1976, 1977… Mucho progresivo. Recuerdo escuchar el Smoke on the water de Deep Purple. Eran temas largos y no se mezclaban apenas, entre otras cosas, porque no estaban capacitados técnicamente. La gente iba a fumar y a conversar, apenas se bailaba. Pero la misma filosofía de lo que vino después: contar con un sitio donde poder escuchar la música que te gusta”.

FC: “Se dice de las raves inglesas que fueron las primeras que sacaron la música electrónica a la calle. Pero es que las minitecas ya lo hicieron a finales de los 70. Te ibas a la playa y a las once de la mañana te podía encontrar con un fiestorro importante. De hecho, las minitecas en contadas ocasiones se podían disfrutar en indoor. Se podían pasar meses en la playa, qué sé yo, en Margarita por ejemplo. Yo estuve en una discoteca, antes de entrar en una discoteca porque las minitecas me lo permitieron”.

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ED: “Pero las minitecas cumplían con muchas más funciones a parte de la propia rumba. Con las minitecas se favorece la introducción de nueva música en nuestro país. La llegada de la new wave, de los new romantics, del disco neoyorquino, por supuesto, del italo disco que se escuchaba aquí en Europa, de todas esas músicas que de otra manera no hubiéramos llegado a soñar… Las minitecas fueron aflorando por todo el país y de esta manera empezaron las guerras de minitecas entre ciudades que rivalizaban por tener la mejor y más cuidada. Las de Caracas tenían un status dentro del circuito por ser de la capital, claro. Por eso la seguridad se convirtió en un elemento muy importante porque casi todas acababan a puñetazos o a navajazos. Había mucha rivalidad entre minitecas. Cuando la crew de una miniteca hacía noche en un pueblo que no era el suyo entonces era vital contar con un seguridad que vigilara el equipo porque se daban chivatazos para ir a robar el material o los mismos discos que eran muy preciados. Después está todo lo que supuso esa democratización de la música. Aunque eso de viajar a NY no dejaba de ser una actitud de nuevo rico, de rebote generó que gente de diferente extracción social también pudiera disfrutar de esa música que de otra manera no hubiera llegado a calar tan profundamente en nuestra cultura popular. La radio se enganchó a esta movida y fue el medio que más se benefició de todo esto porque en Venezuela no había tradición de banda de rock independiente. Antes de las minitecas la radio era una cosa como apelmazada. Radio Caracas 750 AM y 1090 Stereo, ambas en onda AM, son las primeras que apuestan por incluir una programación de espíritu minitequero en la franja del viernes noche o del fin de semana. Empezarán a pagar por los recopilatorios de música minitequera que empiezan a aflorar en el mercado. Para la radio fue una soplo de aire fresco poder contar con esta gente que empezó a hacer de prescriptora musical de las grandes cadenas porque era la que más sabía de música que venía de fuera. La de las minitecas fue la primera escena alternativa musical de nuestro país. Yo recuerdo escuchar por primera vez Los niños en el parque y pensar: “¿Cómo es que ha venido a parar aquí un tema así de extraño, chamo”. También es verdad que al principio la música latina más autóctona de nuestro país y zona de influencia estuvo reñida con la cultura de las minitecas porque la veían como una injerencia en la cultura local. Pero después con el tiempo se llegaron a montar minitecas de pura salsa brava”.

JP: “Viajábamos muy a menudo a New York donde comprábamos discos y material que después revendíamos una vez de vuelta en Caracas. Era como un negocio alternativo. Comprábamos nuestra música pero además traíamos unos lotes adicionales que después vendíamos al llegar a casa. Gente del gremio me llamaba desesperada antes de marchar para preguntarme: “¿Cuando volvéis?”. Les decía, por ejemplo, “el viernes a las diez de la noche”. Y a las nueve de ese viernes mi casa ya estaba a reventar de gente que esperaba a ver si podía comprar algo de lo que traíamos de NY. Era la Venezuela del bolívar a la par del dólar. En 1977 y 1978 Venezuela era un país con dinero en plena fiebre consumista. Aprovechábamos nuestra estancia en NY para ir a estudios de grabación a confeccionar nuestras propias maquetas. Pásabamos por las discotecas de la Gran Manzana para escuchar qué era lo que se escuchaba. Elegíamos los temas que más podían adaptarse al gusto caraqueño y entonces hacíamos nuestros “medleys” propios. Hacíamos lo que llamábamos disco placa, una edición limitada que sería lo más parecido a un “dubplate”. Y eso lo vendíamos como oro porque fíjate que eran nuestras propias versiones. Eso ahora mismo en el mercado de segunda mano y coleccionista no tiene precio. De hecho hay una versión por ahí de un tema de A.R. Kane que hicieron en un tema disco que nosotros readaptamos y que al final nunca se publicó y el original se quedó en un limbo. De esa versión se tiraron diez copias y ahora cada pieza debe valer entre 300.000 y 400.000 dólares. Total que igual nos pásabamos una semana entera en NY. Al final acababas conociendo a mucha gente del sector y a mucha gente que trabajaba en discotecas de allí que eran las que visitábamos para empaparnos de nueva música. Recuerdo en plena vorágine de las minitecas qe un grupo de inversores quiso incorporar el modelo y el equipo de sonido de la famosa Studio 54 al City Hall de Caracas. Incluso se llevaron al ingeniero de sonido de Studio 54 a Caracas para que supervisara el tema. Conocimos casualmente a estos tipos en New York y a partir de ahí empezamos a generar negocios como detectar marcas norteamericanas de equipo de sonido que se pudieran vender en nuestra ciudad. Por ejemplo, las famosas agujas Stanton las vendíamos en Caracas como si fueran diamantes. Todo el boom de las minitecas nació a la par que el mezclador como herramienta para el Dj tal y como lo conocemos ahora. Llegamos a traernos de una vez hasta cinco mesas de la marca Citronic y las vendimos en media hora. Una vez nacen dos de las más potentes minitecas como Sandy Lane o New York New York se genera un mercadillo de equipación muy importante que derivará en un mercado muy potente de segunda mano. Por no hablar de la ropa y la moda. también importábamos la ropa de fuera. Fue un modelo emprendedor muy nuestro y muy de aquella época”.

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ED: “Yo recuerdo que participar de una miniteca era lo más parecido a tener una banda. Pertenecías a una crew sólo por el hecho de “caletear” cosas de un lado a otro. Y después estaba lo que aprendías en términos de estilos musicales. Mis dos primeros tomos de manual musical que absorví vienen de las minitecas”.

FC: “Si es que yo acabé trabajando con Tony Escobar, uno de mis Dj de siempre. Coleccionar sus cintas de sus shows en vivo era para mí una de las mayores pasiones que he tenido nunca. Resultó ser un tipo normal pero claro lo tenía tan mitificado que me costaba relacionarme con él. Sigue en activo. De hecho Tony Escobar rapeaba en directo. La cultura del hip hop también entrará en nuestro país gracias a las minitecas”.

JP: “La primera vez que Tony Escobar canta en una miniteca fue en una guerra que tuvo lugar en el Poliedro y en la que estaba yo detrás poniendo música. Lo llegamos a ofrecer en nuestra miniteca. “¿Quieres a Escobar en tu fiesta, nosotros te lo proporcionamos”. También recuerdo que creamos a los Electrobreakers, con un tipo que era de New York que nos pasaba temas de electro-funk y de rap de la época y que pinchábamos fiestas en Caracas con el añadido del espectáculo de los propios bailarines breakers. La película Breakin (1984) fue una sensación en Caracas y eso ayudó a fomentar el tema del break y del primer electro en las minitecas”.

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ED: “De hecho, la película Generación Halley estrenada un par de años más tarde fue la respuesta generacional minitequera de esa misma Breakin. En realidad fue una película catálogo para lucimiento de los artistas de la propia SonorodVen que ya por entonces era un monstruo. Pero en Venezuela hemos tenido tan poco tacto con nuestro pasado y hemos sido tan poco “conservacionistas” que la película, sin ser nada del otro mundo, es un buen reflejo de toda esa cultura minitequera”.

FC: “Es que Venezuela es el único país del mundo que derriba la obra de todo un premio nacional de arquitectura para construir un gran mall, el Centro Lido concretamente. Es suficientemente elocuente. En Caracas el legado parece importar un pito”.

ED: “En Venezuela también existió la generación “boba” que eran los “ni-nis” de la época. Los jóvenes que supuestamente no hacían nada porque no les hacía falta de lo acomodada que vivía. El burgués caraqueño era muy aburrido. Pero encontró respuesta en la Generación Halley mucho más animada a causa del fenómeno minitequero”.

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FC: “Yo tenía amigos que pagaron por subirse en un avión desde el aeropuerto de La Carlota. Les dieron una vuelta por la ciudad, se tomaron un whisky y le tomaron una foto a algo que se suponía era el cometa dichoso. El cometa marcó a la ciudad, eso ni lo dudes. Marketing puro y duro, chamo. Unos años después otro fenómeno marcaría el devenir de otra generación: los de la generación que pasaron por la rave de la playa de Patanemo, en el estado de Carabobo”.

ED: “Ese debió ser el primer rave tal y como se conoce en Europa, el que tuvo lugar el día del eclipse total de sol en febrero de 1998. Llegó un montón de gente de fuera para ver el eclipse desde la playa de Patanemo y se aprovechó para organizar una gran fiesta que dejó tocada a mucha gente. Se mezcló por primera vez la cultura del éxtasis con la del LSD y a la gente se le fue mucho la olla. Hubo violaciones, gente que se quería suicidar, otra que se quería ir nadando a Curaçao… Hay gente que aún hoy sigue en aquella playa. Ya se quedó el dicho popular: “¿Qué te pasó? Tu te quemaste en Patanemo”. Para referirse a alguien al que se le ha ido la pelota”.

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FC: “A todo esto no hay que olvidar que estamos hablando de un tiempo en el que la música era física porque el Dj traía discos a la fiesta. Discos. Sabíamos que tal Dj compraba música en NY, entonces era bueno e íbamos a verle. Si la compraba en Miami, ya nos interesaba menos”.

JP: “Yo me traje de NY unas cajas negras que venían acolchadas y con cerrojos de última generación. Siempre era lo primero que sacaba escoltado de la fiesta una vez se acababa la rumba. La gente se preguntaba por esas cajas y se pensaban que llevaba botellas o drogas o que se yo. Transportaba mis discos que era lo más preciado que tenía. También recuerdo que fabricaba mis propios auriculares porque tenía menos audición en un oído. Yo recuerdo a gente que venía a las fiestas ni para bailar, ni para rumbear. Se paraba enfrente mío y observaba qué ponía y cómo lo ponía. Algunos incluso traían un cronómetro para contar los beats por minuto para hacerse una idea de la velocidad del tema. No preguntaban nada, ni siquiera bebían para no descontarse. Yo mismo cuando compraba un disco, lo primero que hacía en casa era contar los beats y los anotaba en la galleta para saber qué tema encajaba con cual. Se acompasaba el bombo como ahora, tal cual. Después estaban los más arriesgados que escracheaban. También recuerdo cuando pasamos de dos a tres platos. La gente “tripeaba” y se preguntaba de dónde íbamos a sacar el tercer brazo para manipular todo aquello. El tercero lo utilizábamos precisamente para hacer escraches. Al poco tiempo de empezar con Betelgeuse compramos mesas multi-canal de estudio que son las que se utilizan en conciertos de rock con muchas fuentes de sonido diferentes, con doce o más canales. Conectábamos dos, tres o hasta cuatro platos, dos grabadoras de cintas donde tenía grabado el speech del locutor y luego teníamos tantas fuentes de poder como nos diera la gana”.

ED: “Sentimiento Muerto y Desorden Público eran las bandas del momento en Venezuela y las dos estuvieron muy relacionadas con este fenómeno. La miniteca Speed de Pablo Dañino en la Castellana de Caracas, por ejemplo, era la de Sentimiento Muerto. En la miniteca de la banda de ska Desorden Público estaba especializada en punk, ska y reggae. Después la salsa también se coló en estas fiestas como he comentado antes”.

JP: “Pero si es que nosotros con nuestra miniteca le montamos el sonido a Willie Colón en Catia la Mar unas cuantas veces, concretamente en un balneario en la costa cerca de Caracas. Ahí si había cultura de salsa dura. Las minitecas se fueron haciendo más temáticas según la corriente musical. Una de las más importantes era la de new wave, que por cierto, se hacían especiales de new wave española con grupos como Mecano o La Unión. La primera exigencia era que para entrar debías vestir de negro. Después el empresario te daba parámetros de qué música tenías que poner. Llegabas a la fiesta y era todo muy oscuro. Recuerdo ver a niñas pijas con los ojos como platos que parecían horrorizadas pero al acabar te pedían el teléfono y a los pocos días te llamaban para contar con tus servcios y te decían: “Pero tienes que poner la música del otro día”. Es más, llegaban a pedirte exclusividad de tracklist, es decir que no pincharas esa música hasta el día de su fiesta. Una vaina muy loca, chamo”.

ED: “La rivalidad en aquellas guerras se daba entre Minitecas, entre las salas, entre los propios Dj y también, más adelante, entre los centros comerciales que también apostaron por este modelo. Los de Caracas por ejemplo tenían pique con la gente de Valencia. A las de Caracas se las esperaba con ganas en el resto del país. Hay una frase en mi país que dice: “Venezuela es Caracas y lo demás es monte culebras”. Como para expresar entre los capitalinos que fuera de la ciudad no hay nada que valga la pena. Hubo una división especial dentro de la policía especializada en cubrir estos eventos. Recuerdo que eran unos tipos uniformados de negro que iban rapados e infundiendo respeto, claro”.

JP: “Había minitecas que llegaban a cumplir con varios bolos en una misma noche y en sitios diferentes. Llegamos a juntarnos con cuatro a la vez. Dependiendo del nivel de exigencia de la fiesta llevábamos a unos Djs u otros. Llegamos a comprar a Sandy Lane que era nuestra competencia sin ningún tipo de tapujo. Nos presentamos un día en sus oficinas y les dijimos: “¿Cuanto quieren por toda esta mierda y por el nombre?”. SonorodVen, uno de los sellos más potentes en la Venezuela de aquellos 80, nos pidió que creáramos una miniteca, única y exclusivamente, para pinchar la música de su sello que se llamó The Drop. Era como un showcase de los de ahora, pero encubierto. Esas fiestas concretamente eran muy fuertes porque te encontrabas a todo el mundo de la farándula para que le diera color a esas fiestas promocionales a todas luces. Gente que trabajaba en televisión y que veías cómo se comportaba en aquellas rumbas… Muy serio todo aquello. Recuerdo una vez en un hotel de Puerto Ordaz que es el pueblo de Enrique, por cierto, me explotó una bolsa a reventar de cocaína nada más tocar el suelo. Me las dejaban en la cabina porque ahí estaban a salvo. Bueno, pues recuerdo que se cayó la bolsa y en un momento tenía en cabina a una tipa arrastrándose por el suelo intentando esnifar los restos que estaban por el suelo. Cualquier cosa. Podríamos estar tres días hablando sin parar.”

FC: “Después estaba el el tema de la voz del locutor no era ninguna broma porque también era importante a la hora de decidirse a ir a una de esas fiestas. Según qué locutor te daba más pedigrí que otros muchos. Y esa voz aparecía toda la noche. Waldemaro Martínez era una de las voces más preciadas. Un mito en latinoamérica entera. Iván Loscher era otra de las voces potentes que recuerdo”.

JP: “Todos estos locutores obviamente trabajaban en la radio y entonces lo que hacíamos era cambiar grabaciones de estos tipos por un paquete de veinte discos que traíamos de NY o de donde fuera. Entonces lo que hacíamos era tener al locutor enclaustrado en el estudio de grabación pidiéndole que nos dijera cualquier vaina que se nos ocurría. Y siempre le hacíamos grabar unas risas enlatadas. Eso fue como en el 78. En aquella época se hacía todo con cassette y utilizábamos el nombre de nuestra miniteca, Betellllllgeuse, con la ele estirada para poder meter la pausa”.

ED: “La voz que utilizaba cada miniteca era siempre la del mismo locutor que servía para identificar a esa crew. También ha habido cultura de la imagen a partir de las tarjetas de presentación. Sandy Lane tenía una de las tarjetas más atractivas que era con forma de vinilo pequeñito. Hay memorabilia pura y dura de todas esas tarjetas”.

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FC: “Era horrible porque debías tener los contactos adecuados para poder conseguir la última tarjeta que acababa de salir… algún amigo colaborando con tal o cual miniteca. Quien tenía el cartoncito con forma de disco de la tarjeta de Sandy Lane se podía considerar una especie de Dios en la tierra. Era mágico. Después estaba el tema de las “bragas” de taller -peto de obrero que daba a los miembros de la miniteca un aspecto uniformado- con el nombre de la miniteca serigrafiada en la parte de atrás que también iban muy buscadas…”.

JP: “Si había guerra ese fin de semana se presentaba una nueva imagen para la ocasión y se tiraban nuevas tarjetas. Esas “bragas” se utilizaban para no “quemar” tanta camiseta por la noche. Íbamos con gorra también. Otro tema importante era el de las chicas. Qué chicas acompañaban a qué miniteca para animar según qué fiesta. Porque hay que decir que teníamos groupies. Un tema muy importante. Con ellas conseguíamos contratos. Y obviamente les dábamos comisiones a las chicas. Bueno y algo más… Los “servicios alternativos” de aquella época… No jodas”.

ED: “El diseño del cajón o la disposición de la cabina venía directamente de la tradición jamaicana y caribeña del sound system callejero. Pero llevado a un contexto blanco y nuevo rico. Los muebles con los que se decoraban las cabinas, la cantidad de arañas que se traían al espacio para iluminar el espacio… todos esos aderezos marcaban el status de la miniteca”.

JP: “Recuerdo la primera vez que pinché Los niños en el parque y sobretodo la primera vez que pinché a Bauhaus. “¿Qué es esto loco?”, me decía la gente. Se produce el milagro no siempre bien ponderado de que por primera vez en la historia de la música popular colisionaba lo siniestro y lo gótico con la cultura caribeña más dada a la luminosidad y al sol. Yo lo único que pedía era que no iba a hacer el set de música lenta o romántica. Era mi momento para descansar. Bueno, en realidad me hacía el interesante y me salía de detrás del mueble como el héroe torturado que prefiere ver a los otros como se arriman para amar. Me lo pasé muy bien sobretodo con el new wave. Pedro Pérez Show era el grupo más interesante del momento. Cuando en un primer momento las minitecas iban dirigidas a una élite los clientes no querían ni oír hablar de salsa. Preferían la música nueva que venía de fuera, era un signo de distinción. La salsa entra luego cuando el fenómeno se masifica. La culpa de todo la tuvo Rubén Blades que “democratizó” la salsa esquivando el lado más misógino del asunto. Digamos que la salsa se intelectualizó y las élites más snobs empezaron a verla con otros ojos. Ya era una cosa como más guay”.

FC: “La gente en una misma noche bailaba por tramos. Estaban los de la disco music, los raros de la electrónica o primer house, los de la new wave que siempre vestían más oscuro…Yo iba a pedir un trago y así hacía tiempo hasta que el Dj pinchaba lo que me gustaba que era precisamente la new wave. Bueno, la que bailaba todo el tiempo era la cumpleañera porque su padre había pagado todo el tinglado. Lo principal era la disco music y después ya venían lo que se llamaba los sets. Un tramo de música house y otro de new wave, por ejemplo. Se podían escuchar trozos enteros del Mas Mix que nunca, la versión “radio edit” por ejemplo, aunque originalmente aquello iba de disco music pura y dura”.

ED: “También estaban los “waperó”, los que iban a bailar a las minitecas. El nombre tiene tela porque está sacado de la letra del tema de Technotronic, Pump Up the Jam. El “pump it up” les sonaba a “waperó” y así se quedó el nombre de estos bailarines que ahora son los tukis. Grupos marginales que bailaban la música. De hecho yo era experto en “colearme”. Me colaba en las fiestas”.

JP: “Siempre venía un tipo que se colaba en las fiestas, se les llamaba “arroceros”, que se abría la chaqueta y me regalaba una botella de lo que fuera por venir precisamente de eso, de “arrocero”. Era más el gesto de colarse que otra cosa”.

ED: “Si, yo era experto en colarme. Era todo un “arrocero”.

JP: “En el 82 llega una gran devaluación de nuestra moneda. Cuando todo sube de precio entonces es cuando empiezan a surgir esos displays que de alguna manera devalúan el trabajo del Dj como miembro de una comunidad y pasa a ser una entidad individualizada y propia. El tema del Dj individual tal y como lo conocemos ahora mató cualquier idea de renacimiento de las minitecas. Se pasó a la individualidad y se dejó de lado el tema colectivo que era lo que hacía realmente atractivo este fenómeno. Todo el mundo se involucraba así fuese cargando un altavoz con el que poder entrar en la fiesta. Los que hacían pesas en el gimnasio se dedicaban a la seguridad que era un factor muy importante en estas fiestas. Los que tenían coche se dedicaban al transporte. Estaban los técnicos de luces que eran estudiantes de ingeniería electrónica y tenía un soldador y estaño en casa con los que preparaban cuatro luces que justificara su presencia en las fiestas. Eso de trabajar en conjunto murió cuando el Dj se independiza para figurar como estrella individualizada”.

FC: “Y así fue como llegamos a los “displays” que fueron algo así como una versión rebajada de las minitecas y que empezarona aflorar con la degeneración propia que conlleva todo movimiento. Siempre había algún ente dentro de la miniteca que quería despuntar en solitario. Entonces se armaba un set de Dj para pinchar en fiestas. El set prototípico de todo Dj contemporáneo: dos platos y un mixer. Siempre se presentaba como su alias de Dj pero al que añadía una coletilla que decía: “ex miembro de tal miniteca”, lo cual dotaba al Dj de cierto pedigrí. Se enganchaba al audio de la orquesta de turno y cuando ésta acababa su actuación se ponía a pinchar sus temas. Todavía hay gente por ahí que se hace la vida con eso”.

JP: “Muchos de mis compañeros de miniteca de aquella época ahora son millonarios. Te diría que todos menos yo. Muchos han acabado regentando grandes estudios de música o han abierto sellos muy vendedores. También debo decir que muchos de aquellos que han seguido pinchando, en vez de aprovechar todo aquel bagaje cultural y musical, se han acabado decantando por lo más comercial y lo que tiene más éxito. Aún así se siguen promocionando como Dj tal, con la coletilla “ex miembro de la Miniteca cual”. Incluso he llegado a descubrir a Djs que nunca conocí y que se venden como Dj Pepito Pérez ex integrante de Betelgeuse que era nuestra miniteca. Sigue vendiendo el tema. A mi hubo un momento que todo eso no me interesó. Aproveché que estudiaba diseño gráfico para saltar del tren en marcha. Después de eso apenas pinché nada más que para unos cuantos amigos. ¿Si crecí? Supongo que si. Yo ahora estoy aprovechando todo ese caudal de información para colaborar aquí en Concepto Radio sobre todo en la sección Excavando que es más de tipo memorabilia. ¿Que si nos queda algo por explicar? Bufff… un rato largo”.

FC: “Hablando de memorabilia. ¿Tú sabes David dónde puedo comprarme unas zapatillas Paredes? Las amaba pero nunca pude llegar a tener unas. Como mucho unas Kelme. Entonces sería la zapatilla típica que te compraba tu madre pero yo estoy seguro que ahora mismo serían de lo más hipster”.

 

Por David Puente.

 

Fuente: ConceptoRadio