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Cosas raras, raras, pero muy raras que pasaban en la serie animada ‘Heidi’

Por allá por 1974 se estrenaba Heidi, una serie japonesa basada en la obra de una escritora Suiza.

La serie transcurría entre los Alpes y Fráncfort (Alemania) y contaba la historia de la huérfana Heidi, que a los 5 años se va a vivir con su abuelito y entabla una amistad con Pedro.

En el programa, que duró 53 capítulos, ocurrían cosas bastante peculiares, y el HuffPost se encargó de revivirlas:

Las cabras saltan. Y saltan mucho

Había un columpio colgado ¿de las nubes?

Heidi iba en mangas de camisa aunque viviera en los Alpes. Y si se abrigaba, era solo con una capa. Y a veces hasta iban descalzos

Y, aún así, nadie se ponía nunca enfermo: la única vez que Heidi tuvo que acudir al médico fue en Fráncfort

No hacía falta escolarizarse. Los niños se pasaban el día entre cabras

Una niña de cinco años se pasaba el día haciendo tareas de casa

Pedro tenía una fuerza sobrenatural

La montaña no era peligrosa. ¿Acaso no había riscos, despeñaderos, ramas caídas?

La leche de cabra estaba buena y no hacía falta hervirla ni pasteurizarla

Y, de hecho, podían sobrevivir todos los días a base de pan, leche y queso. Y con eso bastaba

Clara podía moverse cómodamente por la hierba con la silla de ruedas

Y la pureza de las montañas conseguía levantarla de la silla. ¿Quién quiere médicos pudiendo respirar el aire alpino?

Podían dar vueltas, y vueltas, y más vueltas, y nunca se mareaban

Un montón de paja estratégicamente colocada puede ser una perfecta cama

Y, tras dormir en ella, en una fría buhardilla y solo con un camisón, Heidi se levantaba tan feliz y contenta

Y, efectivamente, las nubes eran sólidas: si Heidi se montaba en ellas, cualquiera podía hacerlo… ¿o no?