Los dos conciertos que realizó la Orquesta Sinfónica Simón Bolívar de Venezuela en la ciudad brasileña, arrancaron gritos y aplausos de un público conmovido por las interpretaciones de la Sinfonía No. 5, de Beethoven, y La Consagración de la Primavera, de Stravinsky.
Ludwig van Beethoven estuvo ahí. Su espíritu se apoderó de las cuerdas, maderas, percusión, vientos y metales de los integrantes de la Orquesta Sinfónica Simón Bolívar de Venezuela (OSSBV). Sus notas danzaron a través de la batuta del maestro Gustavo Dudamel. Su energía conmovió hasta el llanto a los más de 2580 brasileños que asistieron a los dos conciertos que ofrecieron en la Sala Sao Paulo, en Brasil, según reseña nota de prensa.
Dentro de esa sala, que está ubicada en una antigua estación de ferrocarril, ni la orquesta ni el público disimularon las emociones. La primera, interpretando con una energía electrizante dos piezas pilares del repertorio de la música clásica mundial en diferentes siglos: la Sinfonía No. 5 en do menor, Op. 67, de Ludwig van Beethoven, y La Consagración de la Primavera, de Ígor Stravinsky; y, el público, que no pudo contenerse ante un espectáculo, según los entendidos, pocas veces visto en Sao Paulo.
Es que en ambos conciertos, una de las audiencias más exigentes del continente, se puso de pie al finalizar cada una de las obras para ovacionar hasta la euforia a los 200 músicos venezolanos. Esta era la segunda vez que la reconocida Simón Bolívar y su director venezolano actuaban en esa sala, luego de la Gira Bicentenario 2011. Esta nueva presentación representó un reto tanto para los melómanos como para la orquesta. Tenían ante sí una orquesta más madura y cohesionada que se transmutaba en cada obra, sintiéndola recorrer no solo con sus instrumentos sino a través de su piel y respiración.
“Aunque en 2011 el repertorio fue muy bueno (con obras de Revueltas, Ravel y Mahler), el acento estuvo más en la riqueza pedagógica, y cómo ésta hace que una orquesta suene con un nivel muy alto. En esta segunda visita, en la misma sala, hemos escuchado a una agrupación más madura con un repertorio desafiante: un Beethoven que todos conocemos, pero que interpretado por la OSSBV no acepta comparaciones; y una Consagración de la Primavera fresca y actual”, aseguró Paulo Zuben, director del Proyecto Guri de Orquestas Infantiles y Juveniles de Sao Paulo.
La emoción creció ante una ejecución salvaje de La Consagración de la Primavera. La contundente fuerza interpretativa dejó a muchos con la respiración agitada. Mientras algunos de los espectadores asentían ante cada uno de los movimientos, otros tantos secaban sus ojos. El público paulista estaba frente a una orquesta que le presentó una obra con 100 años de creada como si fueran nueva.
“¡Maravillosa! ¡Incomparable! Uno quiere escucharla más y más. Es una orquesta que se ha crecido enormemente en dos años. Hacen de la música una experiencia completamente única. Esto se pudo sentir en La Consagración de la Primavera, que definitivamente en la versión de Dudamel y de los músicos de la Simón Bolívar parece que no tuviese 100 años de creada”, afirmó Pedro Herz, presidente de la Sociedad de Cultura Artística de Sao Paulo.
Y tal como ocurriera en Buenos Aires, el público de Sao Paulo tampoco quería dejar ir a los músicos venezolanos. Desde los más experimentados amantes de la música clásica, hasta los más jóvenes, se levantaron de sus sillas luego de que Gustavo Dudamel los complaciera con cuatro bises. Nuevamente regaló dos ejecuciones de Wagner que conmovieron hasta al más escéptico: el Preludio del III Acto de Lohengrin; y el Acto III Liebestod de Tristán e Isolda. Además, interpretaron el Alma Llanera, de Pedro Elías Gutiérrez, que hizo bailar al público; y el tan solicitado Mambo, de Leonard Bernstein, que selló un final desbordante de alegría.
El maestro Dudamel no exageró cuando en los ensayos le propuso a sus músicos que tocaran como extraterrestres. Y durante estos dos conciertos en Sao Paulo, pidió todo y más. Fue una dirección agresiva, y por momentos muy dulce al punto de que musitaba las notas de las obras. Danzó en Stravinsky; se plantó firme en los fragmentos de las marchas en Beethoven; pareció enamorarse en Tristán e Isolda; y cantó a todo pulmón el Alma Llanera. Una batuta poco convencional.
“Sólo unos músicos virtuosos como los de esta orquesta pueden lanzarse al escenario con un repertorio integrado por dos de las obras fundamentales de la música sinfónica universal. La versión de Tristán e Isolda arrancó lágrimas a muchos. Casi ni se podía creer la belleza que estábamos escuchando”, afirmó Roberto Tibirica, director brasileño que ya ha dirigido a las orquestas de El Sistema.
Para continuar con este periplo musical hoy parten a Brasilia para presentarse en la Sala Villa-Lobos del Teatro Nacional Claudio Santoro, donde se espera la asistencia de la presidenta de la República Federativa de Brasil, Dilma Rousseff. La Gira Latinoamericana por la vida y por la paz forma parte de la celebración del 38 aniversario de El Sistema Nacional de Orquestas y Coros Juveniles e Infantiles de Venezuela, adscrito a la Fundación Musical Simón Bolívar, que pertenece al Ministerio del Poder Popular para el Despacho de la Presidencia de la República Bolivariana de Venezuela.
Fuente: ÚltimasNoticias