Música 

La columna del guitarrista de Café Tacvba a propósito del vigésimo aniversario de ‘Re’

José Alfredo Rangel Arroyo, mejor conocido como Joselo, guitarrista de la banda mexicana Café Tacvba, se tomó un tiempo para escribir unas palabras sobre los 20 años que cumple el importante disco ‘Re’ en este 2014.

Su columna fue publicada por el diario Excelsor y pueden leerlas bajo estas líneas:

En iTunes dice que el Re, nuestro segundo disco, salió el 20 de julio de 1994, lo que significa que cumple años este próximo domingo. Esa misma información en Wikipedia dice que es dos días después, el 22, que cae el martes. En los demás sitios en los que pude buscar sólo mencionan el año en que salió: 1994. Yo la verdad es que no recuerdo el día exacto. Tendría que buscar mi agenda de ese año, o el cuaderno en donde anotaba mis ideas y las cosas que me iban pasando —que bien podría llamarle mi diario íntimo, pero no quiero que me consideren cursi—, pero no tengo ganas escarbar en el baúl de los recuerdos (que en realidad no es un baúl, sino cajas y cajas de cartón con un montón de flyers, gafetes y “recuerditos”).

¡Viente años de Re! Café Tacvba está planeando algo especial para celebrarlo, pero todavía no les puedo decir qué. Dentro de unas semanas, quizás un mes a lo sumo, lo sabrán. Pero no quise dejar pasar la fecha, aunque no la sepa bien, para celebrar la salida del álbum que nos cambió la vida.

Antes de Re, Café Tacvba era considerado un grupo de desmadre, chistoso, con canciones para el slam (como se le llamaba en ese entonces al divertido baile con golpes). Aunque teníamos una tranquilita —la canción bolero-balada María— nadie nos consideraba serios. Había gente que pensaba que lo único que queríamos, que nuestra razón de existir, era hacer reír a la gente, como Los Xochimilcas o Hurachín y Huarachón.

El público esperaba que nuestro segundo material fuera en la misma dirección, y aunque en Re había canciones que divertían a la gente al punto de hacerlos carcajear, algo había cambiado. No tanto para nosotros, que consideramos nuestra música lo más serio del mundo. Sí, utilizamos el humor como una forma de comunicar ideas, pero nos consideramos más que eso.

Recuerdo que en las reseñas del Re nos criticaban que ya no eramos tan divertidos como antes. Nunca olvidaré un texto de Xavier Velasco, en donde explicaba que si movía la patita al ritmo de la música que escuchaba, significaba que ésta era buena. Como su pie no se movió al son de las nuevas canciones de Tacvba nos dio la calificación más baja. Nos fue muy mal con las reseñas con los periodistas mexicanos de la época, incluso con los fans acérrimos, quienes tampoco estaban tan contentos con el disco de 20 rolas que nosotros considerábamos una obra maestra.

A mí, este rechazo me enseñó una invaluable lección: que nunca sabes cómo va a reaccionar el público frente a una nueva creación tuya. Así que cada vez que sale un nuevo disco de Café Tacvba, uno de mis discos solistas, un cuento de mi autoría, incluso esta columna semanal, no tengo la menor idea de cómo será recibida mi aportación al mundo de los contenidos.

Tampoco sé cómo esa aportación será percibida al correr de los años, cómo será tratada no al salir, sino años, décadas, después. Así como el Re, por ejemplo.

Ahora nuestro segundo material recibe tantos elogios que hasta hacen que me sonroje. Que si los Beatles y su álbum Blanco, que si el mejor disco de rock en castellano. Opiniones. Tanto si alguien dice que es nuestro peor disco como si es el mejor, es sólo una opinión y no todos —¡por suerte!— tenemos que coincidir en la misma.

Lo que es cierto es que a lo largo de estos 20 años el público ha hecho suyo el disco Re, al grado de hacernos sentir que ya no nos pertenece. Incluyo a mis compañeros porque es algo de lo que hemos hablado: este disco dejó de ser nuestro.

Hace tanto tiempo que no lo pongo de principio a fin, que tal vez ahora pueda convertirme en un par de oídos más, tomar esa distancia necesaria para no considerarlo mío.

Lo escucharé uno de los días, 20 o 22, para celebrar su nacimiento.

Creo que prefiero el domingo, porque ese día de la semana disfruto más la nostalgia.