La imagen contiene una silla vacía, representando a todas aquellas que todavía no se han atrevido a denunciarle.
El último número del New York Magazine vino cargado de polémica y de atroces comentarios hacia el comediante Bill Cosby, que después de años en silencio, admitió haber drogado y violado a mujeres en diferentes etapas de su vida.
La historia es desgarradora, y aunque con el pasar de los años las víctimas fueron clasificadas como meras marionetas hambrientas de dinero y publicidad, parece que finalmente las pruebas están sobre la mesa, y los argumentos son irrefutables.
Cosby ha perdido su fama, su estatus, y ahora acuna una horrorosa reputación que no hace más que volverse más oscura, día a día.
Las mujeres fotografiadas en blanco y negro y sentadas en la misma postura que acompañan la portada de la revista contaron sus experiencias a la publicación, afirmando que sucumbieron ante presiones sociales o a sobornos por parte del actor.
Entre ellas aparecen la conocidas exmodelos Janice Dickinson y Beverly Johnson, que ya habían hecho públicas sus denuncias.
El intenso contraste entre la imagen pública y agradable del comediante con su turbulenta vida personal, es uno de los matices más impactantes de todo el huracán de publicaciones, un drama que va llegando, poco a poco, a su fin, y cuyas repercusiones todavía no están al alcance de nuestros ojos.
En 2005 admitió bajo juramento haber adquirido sedantes para administrarlos a mujeres con las que quería mantener relaciones sexuales, pero no fue hasta hace poco que los documentos se hicieron públicos.
Mira la portada: