El asiento trasero de un taxi en Nueva York fue también el estudio fotográfico de su conductor por décadas.
Cuando Ryan Weideman se mudó a Nueva York en 1980 estaba lleno de sueños, como cualquiera. Pero inmediatamente se dio cuenta de las dificultades de perseguir una carrera como fotógrafo en la ciudad que no duerme y empezó a preocuparse por pagar las cuentas y su renta.
Inspirado por su vecino que era un taxista, Ryan aceptó la idea de convertirse en uno y unir su pasión por la fotografía mientras trabajaba en las calles de La Gran Manzana.
Acá esta parte de su trabajo:
Fuente: BoredPanda