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Las 5 mejores películas de Keanu Reeves, por Sergio Monsalve

Keanu Reeves personifica un género en sí mismo. Encasillado o no, según los fanáticos y los críticos, los espectadores hemos terminado por acostumbrarnos a sus caras de póker, a sus dientes apretados, a sus poses de divo, a sus peleas cuerpo a cuerpo, a sus complejos mesiánicos, a sus risas de estrella canchera, a sus llantos de melodrama, a sus contenciones y excesos.

Por Sergio Monsalve // @sergioxxx

Todo ello trasciende a la pantalla en “John Wick”, especie de síntesis de los diversos registros y tics del actor. Hace poco la vimos y no nos defraudó. Es un deliberado ejercicio de estilo, inspirado en el film noir de venganzas a plomo limpio y ambientes sofisticados.

Por tal motivo, rememoramos cinco de las películas claves del protagonista. De mayor a menor. El foro queda abierto para seguir añadiendo títulos, placeres culposos y afines.

1) Matrix (1999, dir. Andy y Larry Wachowski)

Cumbre de la ciencia ficción y de la carrera del intérprete, al servicio de los Wachowski, quienes redefinen los códigos del barroquismo posmoderno, echando mano de las teorías de Baudrillard (“Simulacro y Simulación”), de unos efectos especiales de avanzada y de un ácido comprimido de influencias periféricas(el manga, el animé japonés, las artes marciales, el lenguaje del comic underground). Ícono de la contracultura como negocio, el filme pasa tranquilo a la historia, por la virtuosa composición de cada una de sus secuencias de acción, así como por su mensaje apocalíptico de anticipación. Redonda y perfecta, gracias también a la propia contribución del personaje principal. Neo, el salvador y el antihéroe enfrentado a la dictadura de las máquinas, de los clones.

2)Point Break (1991, dir. Kathryn Bigelow)

Una de las olas más grandes surfeadas por el Hollywood de los noventa. Obra maestra de Kathryn Bigelow, escoltada por los chicos malos y los viejos zorros de la costa oeste: Gary Busey, Patrick Swayze, Lori Petty, John C. McGinley, el malandroso Anthony Kiedis y los cameos de los duros del deporte extremo en la California de la época. Keanu Reeves incorpora al ingenuo agente del FBI, Johnny Utah, acompañado por el carismático Angelo Pappas. Los dos se infiltran en las playas para descubrir y desmantelar a una banda de atracadores de bancos, disfrazados con las máscaras de los presidentes de Estados Unidos. Uno de los múltiples guiños sarcásticos de la cinta. El hecho de conocer al cabecilla del grupo, Bodhi, le cambia la vida al policía encubierto. Desde entonces hasta el final, una amistad surgirá de entre las aguas saladas y las tablas largas, planteando dilemas y conflictos difíciles de resolver. El desenlace es una despedida triste, pero digna. Un tsunami se traga al happy ending, bajo una lluvia torrencial. El sacrificio, la redención épica de una cabilla, de una viga largometrada.

3) Mi Idaho Privado (1991, dir. Gus Van Sant)

De Gus Van Sant. Uno de sus cantos de cisne. Poética y alternativa. Narra otro cuento melancólico de unión y separación de una pareja, la conformada por Mike Waters (River Phoenix) y Scott Favor (Keanu Reeves). Ambos se dedican al oficio de la prostitución. Conmueve la soledad y la narcolepsia sufrida por el pobre, Mike, enamorado platónicamente de su colega. Pero el destino fractura la relación y Scott acaba por tomar un rumbo diferente. De ahí su condición de pieza de culto en el campo de la independencia queer. Un clásico automático, plagado de imágenes líricas, surrealistas y demoledoras.

4) A Skanner Darkly (2006, dir. Richard Linklater)

Experimento de rotoshop, a cargo de Richard Linklater, el pana de “Boyhood”. Distópica, visionaria, adelantada a su época. Basada en la novela homónima de Philip K. Dick. Cargada de texturas mutantes, digitales y alucinadas. Estelarizada por una pandilla de locos: Robert Downey Jr., Woody Harrelson y Winona Ryder. Una mirada al oscuro mundo de las drogas de un presente futurista, aunque sin condenar o establecer juicios morales. De nuevo, Keanu debe fungir de espía, transformar las percepciones de su mente y sumergirse en un viaje lisérgico, donde sus ideas serán trastocadas y subvertidas, por el arte de la animación de vanguardia. Onírica, consparanoica y pesadillesca.

5) El Abogado del Diablo (1997, Taylor Hackford)

Destacamos una última inmersión por el laberinto, por el abismo, por el infierno en la tierra. A Keanu le gusta emprender aventuras peligrosas, juegos de espejos, riesgos y odiseas de carácter iniciático. Aquí revisita a Fausto y hace un pacto con un satanás de alto vuelo corporativo, encarnado por un Al Pacino en estado de gracia. Del encuentro, nacerá un ambiguo vínculo de padre e hijo, destinado a sentar en el banquillo a la generación yuppie de la era contemporánea. Acertada reflexión ética sobre los límites del éxito y la búsqueda insaciable del poder económico. El derecho corrompido por las manos y los compromisos con el dueño del averno. El precio de venderle el alma al demonio de la riqueza fácil. De plena vigencia en la Venezuela de los Bolichicos, de los bufetes dedicados a la extorsión de sus clientes, del desvío de fondos de empresas fantasmas a paraísos fiscales en el extranjero.