Llegó nuestra época favorita del año. Finalmente está aquí nuestro listado de los discos más destacados del año en todos los géneros, en lo que a la música internacional se refiere. Como cada año, nuestro staff hace una curaduría de la música editada en todas partes del mundo con el fin de mostrar lo más destacado a nuestros amados lectores.
Este año decidimos elegir 40 álbumes que representan el sonido de este año, guiado principalmente por la psicodelia y los sonidos mestizos
Al grano. Feels Like no es nada nuevo en el mundo de la música, pero cómo reconforta todo lo que escuchamos. Un disco de despertar adolescente, de hormonas alborotadas y que recuerda a Weezer en sus inicios. Guitarrero, acelerado y que te hace feliz al terminar de escuchar.
Va a ser difícil que Florence + The Machine emule el éxito del gran Lungs (2009), pero si el resto de su carrera lo dedica a cultivar el sonido que plantea en este disco, podría lograr hacer el mejor álbum de su carrera. What Kind of Man, de las canciones del año, es solo una muestra de la Florence más rockera que, desde acá, consideramos que debe explotar más. Una descarga de corazón roto.
Mutilator Defeated at Last no está al nivel de su, hasta ahora, obra maestra, Floating Coffin (2013), pero el frenético ritmo de composición de la banda Californiana jamás ha mermado la calidad de sus álbumes. Un disco perfecto para una película de horror cargada de sangre y muerte, gracias a ese punk garagero frenético que los caracteriza. También sirve para mostrar una nueva etapa instrumental para Thee Oh Sees y podría ser su trabajo más ordenado hasta la fecha.
Antes de The Arcs, Dan Auerbach no había sabido mimetizarse para su trabajo fuera de The Black Keys (especialmente como productor), pero parece haberlo logrado en The Arcs. Aquí, explora sonidos del funk y el soul, con su usual psicodelia garagera. Yours, Dreamily es un disco perfecto para el rockero que llevas dentro, aunque le falta un hit como los que escribe Auerbach.
Los malienses hicieron un disco tan exquisito como todo lo que ha venido de dicho país africano en los últimos años, contrastando con la terrible situación que atraviesa en cuanto a lo político y lo social. Música de la que Hendrix estaría orgulloso gracias a sus solos potentes que se entrelazan con sonoridades típicas de la música africana.
Este listado está lleno de colaboradores de Tame Impala, como Jay Watson, quien persigue otro tipo de música en su proyecto en solitario, GUM. Con Glamorous Damage, su segundo trabajo de estudio, Watson se adentra en un mundo conformado mayoritariamente por Electro Rock ochentero, pero que explora sonoridades del Rock Psicodélico de los setenta.
Lo que hace que Music Complete sea un buen disco, es la facilidad que tiene de guiar al oyente a ambientes que quizás ya ha escuchado en la música de New Order, pero retrabajados para que suenen al 2015. Los británicos no salen de su zona de confort para su noveno álbum pero, ¿para qué? La fórmula les ha funcionado a lo largo de los años. Con este disco, el Post-Punk, la Electrónica y el Pop vuelven a coincidir en el mismo plano y, cada uno por su lado, hace el trabajo perfecto. Disfrutable y simple de principio a fin.
No solo Tame Impala hace música psicodélica en Australia. Prueba de ellos son, entre otros, Pond, un proyecto donde participan y han tocado varios de los músicos que forman parte de dicha banda, que buscan darle un approach distinto al género. Con Man It Feels Like Space Again, su sexto disco, la banda hace honor al nombre y entregan música plagada de efectos mareantes y atmósferas espaciales que casi rayan en lo stoner.
Cuatro años después de Odd Soul, MUTEMATH entrega un disco donde se puede apreciar las riquezas de sus composiciones. Vitals vuelve a posicionarlos como una banda de pop virtuoso, adentrándose aún más en la música disco y netamente guiado a las pistas de baile, donde la voz de Paul Meany es, sin duda, el instrumento más importante (y aplaudible), seguido de la batería y los sintetizadores.
https://www.youtube.com/watch?v=3GOmKjOtyRY
La verdad es que nunca ha importado que lo que haga Noel suene directamente a Oasis. Después de todo, era el compositor principal en la desaparecida banda británica. Pero encasillarlo en que todo lo que hace suena a la banda que lo hizo famoso es, cuanto menos, injusto. Chasing Yesterday es un upgrade más rockero al trabajo que hizo en el Noel Gallagher’s High Flying Birds de 2011, pero aún no se siente como algo que hizo poniendo a trabajar todo su genio. En su interior se encuentran joyas como In The Heat Of The Moment y The Girl With X-Ray Eyes que huelen a hit desde leguas de distancia.
Atentos, nostálgicos de los noventa. Pueden dejar por un rato sus discos de *inserte su banda de Rock Alternativo favorita de la década* y enfocarse en escuchar música nueva influenciada por lo que les gusta. Ese es el caso de Creepoid, un grupo que saca lo mejor de toda la movida, desde Sonic Youth a los Smashing Pumpkins, pasando por Pearl Jam, My Bloody Valentine, Soundgarden, Stone Temple Pilots y Nirvana, en una presentación más lo-fi de ellos y adaptados a las tendencias actuales. Una sorpresa agradable encontrarse con el disco de estos oriundos de Philadelphia.
El caos con sentido parece ser la premisa del grupo canadiense a la hora de hacer discos, o al menos así lo han demostrado en su debut, METZ (2012) y en II, una pieza compleja, mugrosa, acechante y anti-pop que brinda el soundtrack perfecto para cuando solo quieres reventar cráneos a batazos en la calle. El Nirvana más pesado y Punk sigue siendo su norte e influencia, en un disco con mucho más orden que su predecesor, algo así como la diferencia entre el Bleach y el In Utero, salvando las distancias. Aún les queda un largo trecho por recorrer y llegar al punto que hacen un disco bueno y variopinto de principio a fin, pero para esa catarsis que todos necesitamos para no volvernos locos, está perfecto. Además, tiene el sello de calidad Sub Pop, por si seguían dudando.
Ty Segall sigue siendo uno de los personajes más prolíficos del mundo de la música y la prueba es que ha lanzado varios discos a lo largo de este 2015. Fuzz II mejora lo ya expuesto en su gran debut, influenciándose por el sonido del stoner Rock y de grupos como Black Sabbath. Es un álbum pesado y guitarrero, en el que es clave que mientras más vintage suene, mejor. Esta vez hasta se atreven con sonoridades punk y un sonido casi metalizado, que se ablanda gracias a los solos y riffs blueseros y mesmerizantes del buen Segall.
12 años después, regresan los hijos pródigos de Colchester con un disco influenciado por la cultura japonesa moderna. No es, ni de cerca, el mejor disco de su carrera, pero Damon Albarn adecúa el sonido de la banda a sus anchas como si se tratase de uno de sus proyectos alternos, lo convierte en un disco divertido de escuchar y que muestra una nueva cara de la banda británica.
https://www.youtube.com/watch?v=Gos0B72nU7E
Seis discos le tomó a Hot Chip hacer algo que de verdad suene a ellos y se agradece que lo encontraran. Con Why Make Sense? la banda sigue brindándole temas bailables a los DJ del mundo y esto, sin duda es algo bueno no solo porque se expande más su música, sino que lo hacen con el mejor disco de su carrera hasta ahora.
De sorpresa, Jeff Tweedy y su gente lanzaron el noveno álbum de Wilco, titulado adecuadamente Star Wars, que si bien estaba disponible para su descarga gratuita, es todo menos un álbum barato de ideas. Si bien no le llega ni a los talones a obras maestras como The Whole Love o Sky Blue Sky, la banda muestra su lado más rockero, con guitarras desafiantes que solo buscan divertirse más allá de la perfección y limpieza que les caracteriza.
Después del exitoso Wakin’ on a Pretty Daze, Kurt Vile presenta un disco que desde la portada, se ve más influenciado por el sonido del rock estadounidense de los setenta. El sonido del banjo agrega una nueva personalidad al trabajo de Vile, que en clave de Folk Rock que erróneamente puede sentirse country, sigue demostrando su capacidad como guitarrista y, aún más, como letrista. B’lieve I’m Goin Down… es un álbum en el que Vile homenajea a su pasado musical, mostrando el siguiente paso que dará en su música. Como siempre, todo bien.
Los británicos, en su disco debut, presentan un Rock alternativo con influencia de los noventa, pasando ineludiblemente por clásicos como Elastica, The Smashing Pumpkins y Hole, pero con un toque de modernidad. A lo largo de My Love Is Cool escuchamos arreglos de guitarra bien imaginativos que acompañan perfectamente a una dulce y seductora voz que en todo momento se siente imperturbable, sin importar de cuan pesada se vuelva la música. Buen debut, que da ganas de escuchar lo que se traen para próximos años.
La gente siempre ha juzgado mal a Justin Bieber, pero desde el lanzamiento de Where Are Ü Now, su comentada colaboración con Jack Ü, todo el mundo mágicamente se volvió Belieber y olvidó todo lo que pensaban de él. Con Believe en 2012 ya estaba lanzando buenos temas, con Journals, su álbum que pasó bajo cuerda en 2013 maduró la propuesta y con este álbum, Bieber finalmente obtiene el puesto que se merece. Purpose está plagado de hits de todo tipo: desde los de pista de baile a las baladas dedicables.
2015 fácilmente podría ser el año de los regresos. Los noruegos tenían seis años sin estrenar álbum y la espera valió la pena, pues lo hacen con un álbum que fácilmente podría resultar de una fusión de sus discos anteriores. Jonas Bjerre sigue conservando su fina voz, que resuena sobre una instrumentación inteligente aderezada por los mejores sonidos electrónicos y los mejores sonidos orgánicos.
Ok. Antes de este disco, y probablemente después, no le tengas nada de respeto a Miley Cyrus, pero si no lo has escuchado, te imploramos que apartes todo lo que piensas de ella y lo escuches completo, sin prejuicios de ningún tipo. Sorpresa garantizada, pues Miley se dio a la tarea de hacer un disco psicodélico con la gente que sabe, es decir, The Flaming Lips, en un álbum dedicado a sus caídos (sus mascotas). Sí, puede verse forzada toda la parafernalia que le acompaña, pero si nos dedicamos a lo estrictamente musical, nos daremos cuenta de que es un álbum de la banda de Wayne Coyne con la no tan mala voz de Cyrus encima. De la marihuana a los papeles y los hongos.
Ella misma lo dice. Es un disco sobre su crisis existencial y precisamente eso es lo que sientes apenas escuchas el primer acorde. Sometimes I Sit and Think, and Sometimes I Just Sit es un álbum que traduce el sentimiento de la ansiedad en música, describiendo a la perfección su entorno y dejando algunas de las mejores guitarras del año en el camino. Suena como si metieras a Beck, Regina Spektor, Alanis Morissette, Spoon y unas grageas de Xanax en una licuadora y sirvieras el resultado como un smoothie.
Desde el lanzamiento de Vespertine en 2001, los trabajos discográficos de Björk se han vuelto más experimentales no solo con la temática de sus letras, sino con la técnica empleada para darle vida a sus composiciones. Con Vulnicura, la intérprete islandesa crea un álbum que contrasta con las premisas universales de sus anteriores discos, virando hacia sus tribulaciones más íntimas para ofrecer nueve temas que funcionan realmente bien el uno al lado del otro y que, con ayuda de los sonidos industriales y electrónicos de Arca y The Haxan Cloak, reflejan la inequívoca jornada de una ruptura amorosa, inspirada en el fin de su relación con Matthew Barney. ¿Las imperdibles? Family y Black Lake.
El Post-Punk no ha muerto y Viet Cong ha venido para salvarlo. Los canadienses finalmente lanzaron su primer LP con muy buenas críticas de la prensa especializada, y no es para menos, pues hablamos de un disco oscuro gracias a la perenne conversación del bajo y la batería y los ingeniosos rasgueos a una guitarra llena de efectos que de a ratos se vuelve noisera. Inaccesible sonoramente, pero se le agarra cariño rápido.
De los músicos de su generación, Brian Warner es de los que mejor ha sabido envejecer, y la prueba es The Pale Emperor, su primer gran disco en años. Aquí, Marilyn Manson pierde el sonido industrial buscando nuevas sonoridades y lo consigue, pues no suena a nada que haya hecho antes, pero mantiene la esencia tenebrosa de su carrera. De las sorpresas del año, pues todo el mundo cree que ya no da más.
Todos los años hace falta uno que otro disco de pop sencillo. Youth Lagoon lo logra con su tercer trabajo, un disco donde mantiene esa vibra de estar trabajando desde su cuarto, pero agrega más a su refinado abanico sonoro. Chamber pop estilizado, con ciertos dejos electrónicos y una voz que poco a poco ha ido perdiendo la timidez. De lo más bonito lanzado este 2015.
Bradford Cox y los suyos vuelven a la carga con un disco donde reestructuran completamente su sonido y su abanico de influencias, para seguir explorando sus temas de siempre, la vida y la muerte, en un empaque más pop y new wave-soso que sus álbumes anteriores. Podría ser el disco más accesible de la carrera de la banda y un punto de partida para ir descubriendo su discografía.
Es inquietante. Es sexy. Es groovy. Es un disco que juega con tu cerebro, lo endulza y libera la dopamina necesaria para que seas feliz, a pesar de que sus letras se enfocan en lo complejas que son las relaciones modernas. El tercer trabajo discográfico de la banda liderada por Ruban Nielson, tiene la estética sonora del de un grupo de funk de los setenta, marcada por esa facilidad de escribir buenas y pegajosas canciones. Su mejor material hasta el momento.
Si te acusan de que suenas a Michael Jackson, probablemente algo debes estar haciendo bien y debes tomártelo como un halago. El señor Abel Tesfaye da su merecido salto al estrellato con Beauty Behind The Madness, un disco retador, con letras subidísimas de tono y la actitud que le hacía falta para convertirse en una estrella. La producción es impecable pero nos deja pensando que le falta la personalidad e intimismo de sus trabajos anteriores. Peligrosamente adictivo.
Todo lo que hacen los neoyorquinos es densamente hermoso. Los reyes del rock matemático en la actualidad presentan su disco más completo hasta el momento, desprendiéndose por completo de las voces y enfocándose en la precisa instrumentación, que a pesar de basarse en la repetición, no se torna repetitiva. El cuarteto sigue reinventándose con su original propuesta y forma de componer y La Di Da Di lo corrobora.
Resulta difícil descifrar qué toca Everything Everything, pero su propuesta tiene algo envolvente. Get To Heaven parece situarlos más del lado del rock que del pop en esa línea que viven cruzando entre sus discos, aunque sin embargo, continúan enganchando con sus complejas composiciones, plagadas de imaginativos arreglos musicales y una voz habilidosa que pasa del falsete a recitar una suerte de rap con una facilidad abrumadora. Probablemente, una de las bandas más originales de los últimos 5 años, que en su tercer disco finalmente demuestran la cohesión que les hacía falta.
https://www.youtube.com/watch?v=4fG8Z-b3z4Y&list=PL63f2ksBYjOiTLVQIqNBDmd-Z27eEik55
Luego de aparecer en nuestra lista de los mejores discos del 2013 con su brutal primer disco, los Deafheaven vuelven a extraer la epicidad de la estridencia y la convierten en algo un poco más fácil de digerir, casi hipnotizando al oyente. New Bermuda es una apretada de tuercas de Sunbather. Un acorazado de guitarras pesadas y una voz gutural que funciona más como una capa de sonido al grueso entramado de los californianos. El problema con Deafheaven es que solo son aceptados en algún lugar donde es perfectamente normal unir Black Metal y Shoegaze, a pesar de los choques entre fanáticos de cada género.
Pocas voces transmiten tanto en la actualidad como la de la señorita Brittany Howard. En su segundo disco, los Shakes maduran su sonido al punto que se siente un salto imaginario a su quinto disco, luego de descubrir lo maravilloso que resulta mezclar blues, soul y psicodelia. Sound & Color es poderoso, dominante y atractivo para todo tipo de oido. Una joya que no tuvo la atención que merecía y que sigue augurándole buenas cosas a la banda estadounidense.
Hasta cuando mantendrán los Ghost en secreto sus identidades es algo que nadie sabe, pero Meliora, su más reciente álbum, los coloca en el punto más alto de su carrera hasta la fecha. Se trata de un disco encantador que conjuga a la perfección a The Beatles y Deep Purple para adorar a Satán. Muy fresa para ser metal y muy metal para ser fresa.
Luego de escudriñar en el disco music y el funk, los Tame Impala se reinventaron completamente con Currents. Para bien o para mal, poco queda en su música de los magníficos Innerspeaker y Lonerism, pero hicieron la tarea en no hacer el mismo disco una vez más y esto es algo plausible. Lo que sí conservaron es su capacidad de hacer hits disfrazados entre la densidad, como Let It Happen y ‘Cause I’m A Man, y su onda psicodélica, pero se trata de un disco más synth driven y eso cambia completamente las reglas del juego. Sin embargo, es un disco bastante homogéneo, que puede dar pie a que Tame Impala se convierta en un género en sí mismo… otra vez.
Si tuviéramos que elegir alguna frase para definir el segundo disco de Josh Tillman bajo el pseudónimo de Father John Misty, probablemente sería hermosamente triste. I Love You, Honeybear es un disco que hará feliz tanto a fans de los Beatles, como a fans de Fleet Foxes, moviéndose entre el pop, el soft rock y el folk con maestría y ligereza. La pluma de Tillman es de las más agudas de los últimos años, dejando ver en este álbum momentos de pura sinceridad catárquica y hasta algo de cinismo. Bored In The Usa tiene una de las mejores letras de 2015.
El octavo álbum de Sleater Kinney (y su primero en 10 años) significa un excelente regreso para ellas. Punk Rock sucio, vocales iracundas y actitud. Un golpe en la mesa ante la falta de discos de este tipo, donde dejan clara su postura Punk e izquierdista, sin ganas de agradarle a nadie y con buenos temas en el camino. Otra victoria para Seattle.
Cinco años después, don Sufjan Stevens volvió a lanzar un álbum. Cinco años después, don Sufjan Stevens volvió a lograrlo. El cantautor tiene la receta para hacer música exquisita que llega directo al alma, y es que si solo nos fijamos en la premisa del álbum, dedicado a su madre (una adicta que lo abandonó varias veces) y su padrastro (quien a pesar de haber estado casado solo por cinco años con su madre, ha tenido gran influencia en su vida y trabaja con él), nos damos cuenta de que Carrie & Lowell puede ser lo más honesto que le hayamos escuchado en su carrera, algo que se hace más notorio al ser un álbum netamente acústico y de crafting casero, con su sello estampado en todos lados. Genio.
Gran Bretaña sigue siendo fuente inagotable de música alucinante para el resto del mundo. FOALS es de esas bandas que se ha convertido en referente en la región. El apocalipsis llegó en forma de música más agresiva para FOALS, algo a lo que ya apuntaban en temas como Inhaler o Providence de su anterior trabajo, Holy Fire. En este disco, Philipakis y su combo se enfrascan en atmósferas más oscuras y sin presencia de hits de estadio como My Number o Cassius, dejando espacio a temas más sustanciosos como A Knife In The Ocean o la fantástica Snake Oil, punto más alto del disco más pesado de la banda.
Kendrick Lamar triunfó en 2015 con un disco pesado, plagado de críticas sociales y sensibilidad por los hechos racistas que, a día de hoy, siguen sucediendo en su entorno. To Pimp a Butterfly no solo es el mejor disco de Hip Hop del año, sino uno de los más ácidos. En el álbum, Kendrick rapea al tope de sus capacidades sobre pistas influenciadas de Funk y Soul, con sus debidos singles radiables (i, King Kunta) pero sin dejar a un lado su inquietud por lo social, resultando en himnos anti-racismo como The Blacker The Berry o How Much a Dollar Cost. Un esfuerzo autocrítico, autobiográfico, lleno de ira canalizada a través de canciones poderosas y atemporales. Una obra maestra que se escuchará en 30 años y probablemente siga causando la misma sorpresa.