A pocas semanas de publicar su primer artículo que destapó la olla de acusaciones sexuales contra Harvey Weinstein, The New Yorker ha continuado la historia publicando una segunda pieza periodística.
Esta historia vuelve a ser escrita por Ronan Farrow, hijo de Mia Farrow y Woody Allen, quien escribió el primer artículo como venganza contra su padre, quien desde hace años es acusado de abusar de su hermanita, Dylan, cuando apenas era una niña, caso que aún no ha sido esclarecido completamente. Ustedes se preguntarán, ¿por qué atacar a Weinstein como venganza? Además de tener múltiples acusaciones de violación y abuso sexual, Harvey Weinstein y su empresa Miramax revivieron la carrera de Allen a mediados de los noventa, con la exitosa película Mighty Aphrodite.
El artículo documenta que a finales de 2016, Weinstein puso un “elaborado ejército de espías” para suprimir acusaciones de abuso sexual que venían de parte de The New Yorker y el New York Times, y también puso en su mira al editor en jefe de New York Magazine, Adam Moss, y el periodista Ben Wallace, que trabajaba en una historia sobre Weinstein en el momento.
El magnate cinematográfico habría contratado agencias privadas de seguridad, cuyos trabajadores habían sido parte del Mossad, policía de inteligencia de Israel, para recaudar información tanto de mujeres como Rose McGowan, quien lo acusó de abuso sexual, como de periodistas que intentaban exponerlo.
En el artículo, afirman que Weinstein contrató compañías de inteligencia como Kroll (una de las más grandes del mundo) y Black Cube, una empresa formada por antiguos oficiales de la Mossad y otras agencias israelíes de inteligencia, que ofrece personal experimentado y entrenado en Israel y unidades de inteligencia del gobierno.
También destapan que uno de los investigadores pretendió ser abogado por los derechos de las mujeres y grabó al menos cuatro encuentros con McGowan y, usando una identidad falsa, se acercó a periodistas diciendo que tenía grabaciones que inculpaban a Weinstein para averiguar qué otras mujeres hablaban con la prensa. Periodistas contratados por Weinstein entrevistaron a estas mujeres para sacar detalles del caso.
David Boies, el influyente abogado de Weinstein, sabía de estas prácticas y hasta firmó contratos con Black Cube para que taparan información sobre los abusos de Weinstein, quien también contrató “periodistas de investigación freelance” para entrevistar a las mujeres en cuestión y recaudar información que pudiera usarse para desacreditar a estas mujeres.
Mientras siguen saliendo detalles a la luz, les dejamos el artículo original de Farrow en The New Yorker.